KYRIE ELEISON

     

los 7 libros

03

   

DENUNCIA

     

¡háblanos, profeta!

PROFETAS


anterior - índice - siguiente

             
  ¡Háblanos, profeta, que ya estamos hartos de nosotros mismos!
Necesitamos nuevos temas que comentar en nuestros banquetes, y tu originalidad nos resulta simpática.
Háblanos de tu Dios, y de lo que te dice, tal vez eso nos estimule. Prometemos escucharte y no despreciaremos aquello que nos parezca sugerente. Somos hombres cultos, con amplitud de miras. ¡No tenemos prejuicios!
 
Desde nuestros puestos de poder te protegeremos. ¡Quién sabe! Hasta es posible que algún día llegues a ser famoso porque eres todo un personaje.
La mitología de los libros es menos interesante que la mitología viva que tú propones. Por eso te animamos a que te adentres en ese mundo mágico que te has inventado, y que nos hagas partícipes a nosotros que necesitamos dar color a nuestras vidas.
Ese Dios tuyo, como renacido del pasado, es una ocurrencia fantástica.
 
No te escondas detrás de tristes pensamientos, que este mundo aburrido necesita de hombres como tú: imaginativos, osados, pintorescos, atípicos.
No te despreciamos. Tampoco tenemos nada en contra de tu Dios. ¿No te dice Él que debes proclamar sus palabras a los cuatros vientos? ¡Pues hazlo!
Necesitas de nosotros, ¿o te piensas que todo el mundo va a mostrar el mismo interés por lo que dices?
No te pongas tan serio ni te alejes de la gente. ¡Divirtámonos juntos!
 

No obtendrán ni una sola palabra de mi boca.
En sus jaulas permanecerán encerrados hasta que clamen al Cielo con humildad.
Ya no disfrutarán más de sus banquetes y el dinero les quemará en sus bolsillos.
Cuando se sientan satisfechos anhelarán el deseo, y se moverán de aquí para allá huyendo de la muerte como las ratas de alcantarilla huyen del fuego.
 
No encontrarán amor en sus esposas, ni ellas en ellos. Ni encontrarán otra cosa que vacío y repugnancia en sus relaciones ilícitas.
Sus hijos se levantarán contra ellos. Sus amigos les traicionarán.
Sus lujosas casas apestarán a podredumbre. Sus dilatados viajes sólo les producirán cansancio y hastío.
 
Sus derroches los disfrutarán con sonrisas de amargura. Alegría por fuera, asco y hastío por dentro.
No tendrán por donde escapar porque sus jaulas de oro están sólidamente cerradas. No existen llaves con qué abrirlas.
En sus jaulas permanecerán encerrados hasta que clamen al Cielo con humildad.