KYRIE ELEISON

     

los 7 libros

06

   

DENUNCIA

     

exclusión

IGLESIAS INSTITUCIONALES


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  Frente a los vínculos afectivos, que parten de la posesión y de la sexualidad, y que son los que mantienen las estructuras sociales y políticas, Cristo propone un vínculo diferente, basado en el Amor, y de esta manera instituye un Reino invulnerable en su unidad, y que no tiene fin. Así pues, todas las cosas, por su caducidad, están abocadas a enfrentarse antes o después a este Reino celestial.
“Enfrentarse” no es lo mismo que “oponerse”. Existe un enfrentamiento entre el mundo de las cosas, donde los seres humanos se vinculan mutuamente por los afectos e intereses, y el Reino del Espíritu, donde los hombres no se hacen valer poseyendo, sino dejándose poseer por la Verdad, alcanzando de esta manera la verdadera libertad.

Cuando un hombre vive anclado por los afectos y sometido el mundo, no puede ser testigo del Reino celestial. Por eso debe ser apercibido por sus hermanos, primero en intimidad, luego ante el colectivo. Un testimonio falso es más destructivo que la ausencia total de testimonio.
Si a pesar del apercibimiento este hombre no abandona su postura, es lógico que no se le considere dentro de la comunión espiritual cristiana.
Pero aquí no se trata de que la comunidad excluya a nadie, se trata del reconocimiento explícito de que esa persona se ha excluido a sí misma desde el momento en el que ha abandonado el vínculo del Amor y se ha atado voluntariamente a las pasiones mundanas.

Sin embargo esta idea de la “exclusión” puede resultar tergiversada y adaptada a los propios intereses mundanos. Puede ser aplicada como una forma de poder y de sometimiento:
Si un hombre, por el simple hecho de no estar de acuerdo con determinadas afirmaciones doctrinales pudiera ser excluido de la comunión cristiana, entonces estaríamos aceptando que Cristo no vino a dar un mensaje de autenticidad, no vino a instaurar una Iglesia cimentada en la fe, sino que vino a dar poder mundano a unos sobre otros, de manera que aquellos que han alcanzado puestos jerárquicos elevados tienen potestad para decidir sobre la comunión cristiana al margen de la autenticidad y de la Verdad del corazón de sus hermanos, y todo ellos a la luz de las ideas y no a la Luz verdadera del Amor.

Esta imposición de la “verdadera doctrina” por métodos coercitivos, donde la Verdad no se hace valer por sí misma sino que hay que hacerla valer con amenazas terriblemente crueles, como es el castigo eterno, esta imposición, repito, nunca puede venir del Cielo. Aquí, más que en cualquier otra desviación espiritual, se manifiesta el falso testimonio demoledor y destructivo.
La mutua condena de las iglesias entre sí, condena basada en puras ideas, en supuestas “leyes divinas”, es la expresión de la parte más mundana y menos espiritual del cristianismo. Verdaderamente no debemos excluir a estos “jueces” que condenan, pero tampoco debemos dejar de reconocer explícitamente que el que condena a su hermano se excluye a sí mismo de la verdadera comunión cristiana.