los 7 libros


	El comunismo tiene su cuna en el cristianismo. No existe expresión más pura ni más autentica del comunismo que el libro de los Hechos de los Apóstoles. La entrada del comunismo en la iglesia no es sino un retorno de aquello que le es propio. Claro está que a los poderes religiosos no les interesa ese tipo de ideologías, sobre todo por una razón: El comunismo auténtico enfrenta siempre el pueblo al poder institucional político. Esto tiene su repercusión en la institución religiosa, porque la cúpula de la iglesia no se ha caracterizado nunca por la denuncia clara y activa de las injusticias sociales, sino más bien ha mirado por su supervivencia. El comunismo marxista ateo es un alarde de prepotencia en el que el hombre pretende por sí mismo y sin ayuda ni protección de lo alto formar una sociedad justa con mecanismos "científicos". Ése comunismo ha caído, y lo que aun no ha caído, caerá. Pero la semilla de la denuncia por la injusticia social encuentra y encontrará cada vez más un terreno fértil en las iglesias, porque el cristianismo contemplativo comienza a declinar, y el cristianismo activo se está abriendo paso. Sobran santos en los altares, místicos encerrados en celdas, y faltan hombres que salgan a la calle a entregar sus vidas por defender los derechos de los marginados. Y esto, para que cuando nos presentemos ante Él, se nos diga: "tuve hambre y me diste de comer..."