KYRIE ELEISON

     

los 7 libros

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ECUMENISMO

     

mandamiento nuevo

RECONCILIACIÓN


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  Desde el antiguo testamento hasta el Apocalipsis, hay toda una historia llena de símbolos, de ejemplos, algunos pueden ser considerados hechos históricos, otros sólo pretender dar una enseñanza.
Por un lado se habla de un Yahvé que lleva a su pueblo a guerras sangrientas. Por otro lado Jesucristo nos habla de un Dios Padre de todos los hombres, imposible que pudiera desear derramamiento de sangre humana.
Yahvé, a los primogénitos de Egipto los mata sin compasión. Y dice el salmo: "porque es eterna su misericordia"...

La Biblia no es un libro cerrado, no se ha terminado de escribir. Ni tampoco todo lo que encierra puede ni debe ser entendido de la misma manera, ni tiene la misma importancia.
Dios no escribió la Biblia, los hombres la escribieron y contaron las hazañas del Señor según la perspectiva del momento. A veces una perspectiva bastante subjetiva.
Pero, llegado el momento, los hombres compilaron toda una serie de escritos en un libro y dijeron: "Ésta es la Palabra de Dios." Y luego mandaron callar a Dios. No sea que les fuera a decir algo que les rompiera sus esquemas.

En todo caso, la Biblia sigue siendo y seguirá siendo el libro más importante para el hombre que quiera conocer a Dios.
Pero a veces se confunde conocer a Dios con conocer la Biblia.
Hay tratadistas que se esmeran en acompañar todas las ideas que exponen con citas bíblicas. Parece como si, de esta manera, ya estuviera hablando Dios mismo.
Pero conocer a Dios es otra cosa. Hablar con autoridad no es decir: "lo dice la Biblia".
Hablar con autoridad es permitirle a Dios hablar a través de uno mismo.
Porque la Biblia, insisto, no es un libro cerrado. Queda mucho por decir, porque Dios no ha enmudecido.

En medio de toda la cantidad de ideas que en la Biblia se exponen hay una que a mí me parece esencial: El testamento de Cristo.
Un hombre, antes de su muerte, se esfuerza por recopilar en pocas palabras todo lo que en su vida ha aprendido y quiere entregar a los demás.
Y el testamento de Cristo fue éste:
"Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado". Y luego dio la vida por nosotros. Es así como nos amó, dando su vida. Y es así como espera que nosotros nos amemos unos a otros.

Este testamento encierra, en esencia, toda la predicación de Cristo, y, en consecuencia, ubica en su sitio todas las anteriores enseñanzas del antiguo testamento.
Dar la vida por el otro es Amor. Pero nadie puede dar la vida si no la tiene. Y la vida es de Dios, en consecuencia, nadie puede dar la vida si Dios no ha hecho morada en él.
De aquí se desprende todo los demás: Los limpios de corazón verán a Dios. Sólo ellos pueden amar hasta el extremo. Los únicos limpios de corazón son los que se han hecho como niños, pues ¿dónde puede haber verdadera limpieza en un corazón humano, sino en un niño?
Por eso dice el Señor, que hay que volver a nacer. Porque no se trata de retroceder en el tiempo, se trata de que Cristo nos posibilita a ese renacer por medio del Espíritu Santo, del Paráclito que llegó hasta nosotros tras su muerte y resurrección.

¿Cuántas iglesias tienen este nuevo mandamiento (el único específicamente cristiano) como eje, columna central, de toda su doctrina?
¡Aleluya!, ¡Gloria a Dios! ¡Jesucristo es el Señor! ¿Pero cuántos dan la vida por sus hermanos? Muy pocos.
Y dijo Jesús: "No todo el que diga 'Señor, Señor' entrará en el Reino de los Cielos..."

Por otra parte, la predisposición para dar la vida por los demás lleva a una consecuencia inmediata: La unidad.
Si yo estoy dispuesto a dar la vida por ti, y tú estás dispuesto a dar la vida por mí, ¿qué puede separarnos? Nada, nada en absoluto. Ni doctrinas, ni pastores, ni ideas de ninguna índole, ni interpretaciones bíblicas. Nada puede separarnos.
La ausencia de esta unidad es signo inequívoco de que el mensaje de Cristo no ha sido comprendido por la mayoría de los cristianos.
Y las instituciones, iglesias, no parece que lo tenga tampoco demasiado claro.

En cambio, abundan estudios sobre el antiguo testamento intentando sacar de allí "verdades" todavía más contundentes.
Y estudios sobre San Pablo, que dijo cosas maravillosas... y otras no tan maravillosas. Porque San Pablo fue un hombre ejemplar entregado a la lucha por el Reino de los Cielos, y Dios habló mucho a través de él, un hombre que efectivamente dio la vida por los demás en el nombre de Jesucristo. Pero a fin de cuentas no por eso San Pablo dejó de ser eso: un hombre.
Dar la vida nos resulta molesto, estamos apegados a ella. Entonces buscamos una solución bíblica que nos permita acceder al Reino por un camino menos comprometido.

La manera más cómoda es a la usanza del antiguo testamento. Reunirnos en grupos y pensar que ya por eso la elección divina ha recaído sobre nosotros. Porque la idea del "pueblo elegido" nos resulta muy atrayente.
Sin embargo, dice el Señor: "dos estarán trabajando juntos en el campo, uno será tomado y el otro será dejado, dos estarán en la misma cama, uno será tomado y el otro dejado...."