KYRIE ELEISON

     

los 7 libros

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IMÁGENES

     

los tres eruditos extranjeros

IMÁGENES CONTEMPLATIVAS


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  Nosotros somos débiles, ellos son fuertes.
Nosotros intentamos construir realidades en nuestra mente para poder sentir tal y como queramos, pero no podemos porque somos débiles, somos pobres.
Ellos son fuertes y construyen realidades en las que se pueden apoyar sin miedo, porque son capaces de mantenerlas erguidas. Estas edificaciones mentales les permiten pensar como quieran, sentir como quieran y, en consecuencia, hacer lo que quieran. ¿Quién les va a acusar? Nadie les puede acusar porque están bien asentados en su propia fuerza.
Nosotros lo hemos intentado, pero hemos fracasado. No tenemos fuerza para mantenernos en nuestras propias edificaciones mentales porque éstas se nos vienen abajo en seguida, somos pobres, somos débiles.
Hemos bajado hasta el territorio de la angustia, del vacío, del pánico y de la soledad, y nuestros armazones mentales no nos han sacado de allí, porque son armazones frágiles, y esto porque somos débiles.
Nosotros nos hemos encontrado con Dios, no por nuestra propia voluntad: nuestro deseo hubiese sido habernos mantenido en pie por nosotros mismos, sin tener que humillarnos ante nada ni ante nadie, pero somos débiles, y por eso no hemos tenido más remedio implorar misericordia con un grito desesperado que resuena en un infinito vacío.
Y ése que acudió en mi ayuda me sacó de mi angustia y de mi esclavitud, con ése yo quiero vivir, no me separaré nunca de Él.
Él me dijo: "Soy Yo", y aunque nunca lo había visto, fui capaz de reconocerlo: ¡era Él!

Los armazones mentales construidos por el hombre no son eternos pero Él es eterno, porque ha puesto su casa en la debilidad: la fortaleza puede debilitarse, pero la debilidad no.
Nosotros miramos a los eruditos extranjeros con admiración y al mismo tiempo con lástima. Nosotros ya hemos estado en el territorio de la angustia, pero ellos no. Nosotros ya aprendimos a humillarnos, ellos no. Cuando los armazones humanos se desmoronen heridos por el paso del tiempo y los sabios extranjeros bajen hasta el territorio de la angustia, ¿sabrán humillarse y gritar? No están habituados a eso, tal vez levanten sus manos para agarrarse al asidero equivocado. Y vuelvan a caer una y otra vez.

Yo no quiero ser erudito, ni quiero ser fuerte. La debilidad es mi casa, junto con mi Señor. Todo se puede desmoronar y caer a mi alrededor, pero yo estoy seguro porque a donde ellos caen, de allí vengo yo.