KYRIE ELEISON

     

los 7 libros

54

   

ESPIRITUALIDAD

     

morir y morir

ACCIÓN Y CONTEMPLACIÓN


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  Ideologías, filosofías de la vida, religiones encorsetadas en dogmas y preceptos: nada de esto tiene que ver con Jesucristo.
El Espíritu de Cristo acompaña a todo aquél que muere un poco por el otro, que se conmueve por el sufrimiento ajeno, que comparte lo que tiene, y sobre todo a sí mismo, para beneficio del que sufre.
El Espíritu de Cristo no se detiene en especulaciones ni en partidismos. Donde un budista, un taoísta, un musulmán o un ateo, esté muriendo por los demás, ahí está Cristo incondicionalmente, porque Él no es egoísta ni busca su propia gloria.

A pocos les es dado descubrir esta Verdad, por eso Iglesias cristianas institucionales siguen discutiendo y debatiendo sobre dogmas y doctrinas, engordando en la soberbia y distanciándose más y más del verdadero mensaje cristiano.
Yo doy fe, porque lo he experimentado, de que la muerte por Amor de la mano de Jesucristo, permite la resurrección en un Reino infinitamente superior a cualquier expectativa humana, a cualquier manifestación cultural, a cualquier expresión artística por sublime que pudiera parecernos.

¿Morir y morir y morir? ¿Hasta cuándo y para qué?
Sólo el que experimente la muerte en la mansedumbre, podrá experimentar la resurrección. Y para lanzarse a experimentar la muerte es necesario tener muchas más agallas que para imponerse por la fuerza de la razón y la justicia.

Un budista se encierra en un monasterio y tiene una experiencia mística importante. Un musulmán renuncia a su propia comodidad para atender a un hermano que sufre. Un ateo se compadece de un hombre herido y lo atiende con verdadero amor. ¿Qué tiene el cristianismo que no podamos encontrar en otras manifestaciones religiosas o sociales?

Un pueblo ignorante y primitivo, Israel, vive unido y en la esperanza de la llegada de un salvador, un Mesías. Y tras siglos de espera llega Jesucristo. Y funda una Iglesia.
Esta es la Iglesia de Jesucristo: un pueblo entresacado de todos los pueblos de la tierra, y que vive unido en el Amor y en una esperanza: El retorno de Jesucristo, o lo que es lo mismo: la llegada del Amor para todos los hombres de la tierra.

No es una espera angustiosa sino alegre, porque está sustentada por la fe. Y la fe no es una convicción racional ni una decisión libre de la voluntad, sino la presencia del Espíritu. No hay soporte racional alguno, sino la evidencia que parte de una plácida observación en la que las cosas, pudiendo haber sido de muchas formas distintas, sin embargo se nos muestran tal cual son.