KYRIE ELEISON

     

los 7 libros

64

   

ESPIRITUALIDAD

     

cuaresma (4)

CUARESMA


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  Con el paso de los años el hombre va tomando conciencia de lo perecedero de este mundo; todas las cosas se vuelven más y más transparentes dejando ver aquella otra realidad que ocultan: Un tiempo de esplendor y luego todo se marchita.
El que en el paso del tiempo se haya llenado del Amor del Dios, encontrará en el sinsentido de lo efímero la trayectoria que conduce a esa otra realidad que rebosa plenitud.
El que no se haya llenado del Amor de Dios, se aferrará más y más al mundo de las cosas finitas: el mundo de las ideas y las sensaciones, el mundo de la afectividad.
 
Las generaciones se suceden unas a otras, y siempre de la misma manera: Los jóvenes, que son precisamente los que tienen la energía para luchar, no serán capaces de ver nítidamente el camino de lo trascendente hasta no hacerse viejos, y entonces ya no podrán luchar.
El vitalismo, el dar gloria a Dios solamente en la exaltación de nuestra vida humana limitada, siempre conduce a la decepción y al escepticismo. “Si Dios está en la vitalidad de las cosas, entonces ese sinsentido que aparece detrás de ellas no viene de Dios.”
Y sin embargo en el vacío oscuro que parece oponerse a la vitalidad luminosa está el componente necesario para dar plenitud trascendente a todo lo que existe.
 
Viejas ideas heredadas desde antiguo con frecuencia son despreciadas por las nuevas generaciones: “Vamos a reconstruirlo todo, porque las viejas creencias ya no tienen razón de ser.”
Sin embargo, dentro del valor relativo de las viejas ideas, permanecen subyacentes valores eternos que esas nuevas generaciones, cuando hayan perdido su vitalidad juvenil, tendrán que retomar si no quieren enfrentarse al absoluto sinsentido de las cosas y venirse abajo.
Nada que permanezca sobre la tierra es absolutamente falso. Las ideas no se heredan “porque sí”, las ideas sólo se heredan y permanecen si tienen algún apoyo estable, si contienen en su interior alguno de los valores eternos.
 
La cuaresma con su ayuno, su tiempo de oración, su tiempo de privaciones: No son ideas arcaicas que deberían desaparecer de una vez por todas.
Antes o después, quiera o no quiera, cada hombre tendrá que ayunar, tendrá que dirigir su mirada al Cielo pidiendo compasión, tendrá que dejar muchos placeres y satisfacciones a un lado y asumir definitivamente muchas privaciones.
Mejor hacer las cosas en la libertad de una visión positiva de lo oscuro, que sufrir la humillación de vernos privados de lo que amamos, de que se nos quite a la fuerza aquello que, a su tiempo, no supimos dar.