KYRIE ELEISON

     

los 7 libros

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EL REINO

     

Dios es Amor (2)

COMO EL VIENTO


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  El amor humano es un sentimiento, pero el Amor de Dios no es un sentimiento, es una conciencia de identidad.
El hombre sólo es capaz de amar aquello que no le destruye, y muchas veces confunde el amor con el afán de posesión. Cuando dice: “te amo”, realmente está diciendo: “quiero poseerte.” 

El Amor de Dios sólo se puede comparar en la tierra con el amor de una buena madre para con sus hijos.
Una buena madre no ama a su hijo porque sea bueno, ni porque sea listo. Más bien al contrario, el hijo que menos sabe valerse por si mismo, o el que más extraviado está, ése es el motivo mayor de preocupación. 
Porque una buena madre no ve a su hijo como algo ajeno a ella, sino como parte de ella misma. 

El hombre cuyo amor se limita a aquellos que están en armonía con él, ese hombre está lejos de conocer el significado el Amor que Cristo predicó.
Cuando Dios ha hecho su morada en el interior de un ser humano, éste ya no se preocupa tanto por si mismo, sino que gira toda su atención en los demás.
Los que sólo buscan a Dios para resolver sus problemas personales, ésos no conocen a Dios. 

El que excluye, no ama. Y justo en la medida en la que excluye, se estará excluyendo a si mismo.
El que condena, aun con la justicia en la mano, ése no ama. Y justo en la medida en la que esté condenando al prójimo, se estará condenando a si mismo. 

Muchos piensan que la fe les salvará. Creen que la fe es el esfuerzo por mantener firmes unas ideas, y luego intentar imponérselas a todo el mundo.
La verdadera fe es el soporte firme en el que el hombre se apoya para poder amar hasta el límite de entregar su vida por los demás. 

No tanto por los que son afines a él, sino por los que no lo son.
No tanto por los que pertenecen a su grupo religioso, sino por los que quedan fuera de él. No tanto por los justos, sino por aquellos que están extraviados.
El que excluye a un solo ser humano, sólo a uno, ése no conoce a Dios. Y el que no conoce a Dios, pero dice tener fe, ¿en quién está creyendo? ¿Cuál es el verdadero objeto de su fe? 

Para el hombre que ama con el Amor del Cielo nadie es indiferente, nadie está de más.
Muchos creen entender estas palabras, pero no las entienden, por eso se entretienen en refutarlas. 

La iglesia católica antepone la seguridad de la propia institución a la Verdad que viene del Cielo. Creen que Dios va a aceptar como ofrenda satisfactoria un imperio de dogmas y prepotencia.
La iglesia católica no es capaz de ver en la mayoría de sus doctores la imagen perfecta de los antiguos doctores en la ley. Aquellos que nunca entendieron a Jesús.
Hablan de unión entre cristianos, pero no son capaces de inclinar el oído y escuchar a los “hermanos separados”. ¿Separados de quién?, ¿de Dios o de ellos? Hablan de Amor, pero no aman. 

Muchas iglesias protestantes filtran el mensaje cristiano y sólo se quedan con aquello que no les obliga a deshacerse de ellos mismos. Sacan de San Pablo los versículos sobre la fe, y dejan a un lado los que hablan del Amor. Y lo que es aun peor, anteponen las palabras del apóstol a la predicación de Jesús.
Si la fe por si sola salva, ya no hay que hacer caso de la predicación de Jesús, basta con creer en Él.
“No todo el que diga ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos...”
¿Pues qué hacen muchos sino decir “Señor, Señor”, y poco más?