KYRIE ELEISON

     

los 7 libros

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EL REINO

     

el Reino de los Cielos

PATRIA


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  Dios llamó a Abraham y le colmó de bendiciones. Veinte siglos después, delante de la puerta del Reino de los Cielos se había levantado un templo majestuoso. Sacerdotes, doctores en la ley, fariseos, saduceos, todo un pueblo esperando la llegada del Rey Mesías.
Llegó Jesucristo para abrir las puertas del Reino, para que todo aquel pueblo viera cumplida sus esperanzas.
Conocían a Yahvé, pero no reconocieron a su Hijo... No sólo no querían entrar en el Reino, sino que además no permitían que nadie entrara en él.
Le mataron, pero Dios le resucitó, y el templo de Jerusalem cayó y el pueblo se dispersó. Las puertas del Reino quedaron abiertas.


Han pasado otros veinte siglos. Delante de las puertas del Reino de los Cielos se han levantado nuevos templos, todavía más grandes. Si en tiempos de Jesucristo había sacerdotes y doctores en la ley, ahora hay tantos y de tan distintas tendencias que no se podrían ni enumerar.
Todos están esperando el regreso de Jesucristo, igual que los judíos esperaban al Mesías.
Aquéllos en el nombre de Yahvé, éstos en el nombre de Jesucristo, pero aquéllos y éstos, todos son iguales. Ni entran ni dejan entrar.
Las mismas circunstancias, los mismos errores. ¿Cabe esperar un final diferente?


Cuando el pueblo judío se dispersó, los gentiles, paganos (hoy diríamos “ateos”), tomaron el relevo. Sin embargo un grupo de judíos (incluso fariseos y sacerdotes) creyeron en Jesucristo.
Ellos no se libraron de la dispersión, pero también llevaron consigo la semilla del mensaje.
Cuando los apóstoles habían quedado excluidos del resto del pueblo después de la muerte de Jesús, Él se les presentó y les dio autoridad: “Lo que atéis quedará atado, lo que desatéis quedará desatado...” Desautorizó a los “integrados” y autorizó a los excluidos.